jueves, 7 de mayo de 2009

Camino a un Día de Logros

Hoy, cuando iba manejando por la carretera, que durante los últimos dos meses ha sido la vía que me llevaba a la escuelita donde realizaba la práctica de biblioteca, noté cosas que siempre estuvieron allí, pero que sencillamente no observé. Observar y mirar no es lo mismo. Mirar es simplemente pasar la vista por algo, pero observar es detenerse a disfrutar de los detalles de algo que nos llama la atención. Observé cuanto me agradaba esa carretera de campo, sin muchas curvas, llena de pintorescos personajes típicos de nuestra patria: la señora que espera en la esquina a que pase transporte público para llegar a su destino; los niños camino a la escuela que se encuentra al doblar en la esquina; la persona mesiéndose en la hamaca de llamativos colores tomando café; el verdor de los sembradíos; los señores sentados a la orilla de la carretera, frente a la tiendita de la esquina, mirando a todo el que pasa. Añoré el Puerto Rico de mis abuelos, el de los cuentos de carreras en yaguas, los juegos de topos y la peregrina. Aquel donde pasear por la "carretera vieja " era el mejor paseo de domingo.

Respiré paz, sentí estar en un lugar diferente, lejos de preocupaciónes y sin prisa. Parecía como si el tiempo se hubiera detenido y me ví correteando por la loma donde vivían mis bisabuelos, que en paz descansen. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba de esa sensación tan maravillosa de estar inconciente dentro de la conciencia. Y agradecí a Dios por las experiencias que me tocaron vivir en mi niñez, porque entendí que dentro de todo lo que alguna vez nos parece malo, mi infancia fue la que justamente el Señor quería que tuviera para ser quien soy, hoy día.

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